Escrito por Mariana Palma Narváez
Aunque la empatía se suele entender como la capacidad individual de conectar emocionalmente con otra persona y de valorar sus experiencias personales, para un grupo de profesionales de museos este es un rasgo que las instituciones culturales también pueden desarrollar. Conformado por perfiles en educación, diseño gráfico, interpretación y administración, entre otros, el colectivo tiene un interés común por crear espacios más igualitarios e inclusivos. Para ello, su propuesta incluye la impartición de talleres y un instrumento de evaluación de los museos.
Un museo empático es aquél que tiene una visión clara de su rol como una institución abierta al público y, por lo tanto, la intencionalidad de conectar con las experiencias, valores y necesidades de sus comunidades. Esta postura debería guiar los procesos de trabajo y las decisiones políticas en todos los aspectos del museo.
El Modelo de Madurez –disponible en inglés, francés y español– permite evaluar el nivel de desempeño hacia una institución más empática. Nayeli Zepeda, profesional mexicana de museos e integrante del colectivo Nodo Cultura, realizó la traducción al español.
La rúbrica se centra en cinco características institucionales y operativas que un museo empático debería de poseer:
- Visión cívica. La institución se asume y comporta como líder cívico en alianza con otras instituciones de la sociedad civil.
- Lenguaje corporal institucional. El museo es consciente y toma acción ante los mensajes que transmite a través de las manifestaciones tácitas y no escritas alrededor de la exclusividad y el privilegio.
- Resonancia en la comunidad. Un espacio conectado con su comunidad que está plenamente consciente de sus valores, necesidades y retos. También refleja esa diversidad en el personal.
- Oportunidad y sostenibilidad. Se refiere a la respuesta continua y sostenida a eventos o crisis particulares que afectan a su comunidad.
- Medidas de desempeño. El museo incluye las cinco características en su planeación estratégica, evaluación y asignación de recursos.
A su vez, cada una de estas categorías se mide de forma creciente en cuatro niveles: 1) regresivo (madurez más baja), emergente (madurez baja), planeado (madurez media) y proactivo (madurez avanzada). Idealmente, las instituciones deberían de enfocar sus esfuerzos en alcanzar el nivel mayor.
Como ejemplo, la visión cívica en un nivel regresivo define a un museo que se identifica como una institución independiente y autónoma, indiferente o inconsciente de los problemas en la comunidad y enfocada en temas vinculados a la disciplina o tipo de colección. En el nivel proactivo el museo asume e internaliza su rol como una institución ancla que incide en la comunidad y se constituye como un jugador clave para el desarrollo y la justicia social.
El Modelo de Madurez es una contribución práctica hacia la transformación institucional en los museos que les permite conectar con sus comunidades. Además, es posible modificarlo para ser aplicado en instituciones con distintos tamaños, mandatos y misiones.
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